Seguidores

viernes, 19 de febrero de 2010

CONTIENDAS FAMILIARES

PELEANDO CONTRA EL PREFERIDO DE SU PADRE

“Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid y matémosle”. Génesis 37:19-20

La historia de José presenta la última de las luchas entre hermanos que se mencionan en el libro de Génesis. Caín y Abel, Isaac e Ismael, Jacob y Esaú, todos ellos pelearon entre sí. José predispuso a sus once hermanos en contra suya al contarles un sueño en el que ellos se inclinaban ante él. Él era el consentido de su padre y quizás presumía de ello. Así que cuando ellos tuvieron la oportunidad, se desquitaron de él. Lo vendieron como esclavo a unos mercaderes nómadas que lo llevaron a Egipto. Como esperaban no volver a verlo, inventaron la historia de que había sido muerto por animales salvajes.

Dios tenía otros planes. En Egipto, Dios le dio a José el don de interpretar varios sueños. Eso le llevó a un lugar de gran importancia en el reino. Los egipcios de esa época estaban fascinados por los sueños. Los arqueólogos han descubierto extensos libros de texto sobre la interpretación de los sueños. José pronto se encontró en la cima del gobierno del faraón.

Pero el éxito que tuvo no fue suficiente. La narración bíblica sigue adelante, ya que Dios quería que hubiera perdón en la familia. Una hambruna hizo que los hermanos de José dejasen Canaán, Llegaron a Egipto en busca de alimentos. Arrodillados ante José – tan adaptado a las costumbres egipcias que no lo reconocieron – le suplicaron que les diera permiso para comprar alimentos.

Una lucha extraña

De esta manera empezó una de las luchas más extrañas de la Biblia. José pudo haberse reconciliado con sus hermanos en ese mismo instante, recibiéndolos con brazos abiertos. O podía haberse vengado de ellos, ordenando que les dieran muerte. Pero no hizo ninguna de las dos cosas. Empezó a elaborar una serie de pruebas, exigiéndoles cosas por medio de trampas y acusándolos. Durante casi dos años mantuvo este juego. Logró que sus hermanos sintieran confusión y temor y que admitieran su culpa.

Veinte años no habían logrado que los hermanos de José se olvidaran de él. En el momento en que surgieron los problemas, brotó su sentido de culpabilidad. “Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos” Génesis 42:21. El drama le provocó a José un esfuerzo emocional tremendo. Génesis registra cinco veces que él rompió en llanto, siendo tan fuerte en una ocasión que la gente que estaba en el cuarto contiguo lo oyó.

José experimentó la tensión del perdón. Quería reconciliarse con sus hermanos a quienes amaba, pero no era fácil. Y hasta que ellos no llegaran al punto de admitir y aceptar su culpa, no podía haber reconciliación. Sus pecados habían plantado raíces muy profundas de amargura y solamente una lucha emocional violenta podía arrancarlas.

Semillas de amargura

En este sentido, la historia de José es la historia de Dios y su pueblo: la lucha para arrancar de raíz el pecado que empezó en Génesis 3. Esto no sucede en forma automática o fácil. Al fin, esa luchar requirió la muerte del Hijo de Dios.

La historia de José apunta hacia Jesús – un hombre a quien Dios envió para salvar a su pueblo, que fue odiado y traicionado por ellos, al igual que José. Pero la voluntad de Dios para salvar lo vence todo. Como José dijo a sus hermanos: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios los encaminó a mi bien… para mantener en vida a mucho pueblo” Génesis 50:20.

Nacimiento de una nación

José cierra un capítulo en la historia de Israel. Los hijos de Abraham pasaron de ser una cadena de individuos a ser una nación. Dios no eligió a José sobre sus hermanos como lo había hecho con Abraham sobre Lot, con Isaac sobre Ismael y con Jacob sobre Esaú. La reconciliación de los hermanos abrió el camino para que se convirtieran en una familia de doce tribus, una sola nación.

Pero la historia de continúa. Aunque los doce se habían hecho prósperos y numerosos, aún no tenían tierra. Y de esta manera Génesis termina felizmente, pero con una nota de suspenso: ¿Cuándo regresarían los huesos de José a la tierra que Dios había prometido? ¿Cuándo se cumplirían las promesas de Dios?

¿En alguna ocasión ha tenido usted una gran pelea con una persona cercana a usted, experimentando luego la reconciliación? ¿Cuál fue el proceso por el que pasó?

Tomado de la Biblia Devocional de Estudio de la Liga Bíblica
¡Les Bendigo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario