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martes, 16 de febrero de 2010

ABRAHAM

DIOS EMPIEZA A RECOSTRUIR

“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré… Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Génesis 12:2-3.

Todo el relato de Génesis cambia drásticamente en el capítulo 12. Dejando a un lado el cuadro general en el que intervienen mucha gente, se centra en un solo individuo. No es un gran rey ni un hacendado con mucha tierra y grandes riquezas. Se trata de un nómada que ni siquiera tiene hijos. Su nombre es Abram.

Al llamado de Dios, Abram abandona la civilización y se interna en el desierto donde pasa su vida vagando, yendo de un lugar a otro con sus rebaños, librando escaramuzas o batallas campales con la gente hostil que encuentra a su paso. Abram tuvo que ser muy fuerte para sobrevivir. Pero en esto él no era muy especial; había muchos nómadas vigorosos que vagaban por el Medio Oriente. ¿Qué fue lo que hizo que este nómada llegara a ser tan importante?

El nuevo modo de actuar de Dios

En primer lugar, Abraham llegó a ser tan importante simplemente porque Dios lo escogió. Poco después de la destrucción causada por el gran diluvio, Dios escogió a Abraham como cimiento de una nueva humanidad. En varias ocasiones notables Dios le habló directamente, prometiéndole que su familia sería muy grande e importante en la tierra en que encontraba. Estas promesas eran muy difíciles de creer: la esposa de Abraham era estéril, Abraham se estaba poniendo demasiado viejo como para tener hijos, no poseía ningún pedazo de tierra ni había perspectivas de que lo poseyera. Sin embargo, Dios le pidió a Abraham que confiara en Él.

La segunda razón por la que Abraham llegó a ser tan importante se desprende de la primera: Cuando Dios le hablaba, Abraham escuchaba. Abraham no era perfecto; estaba muy lejos de serlo. En ocasiones se alejó del camino en el que Dios los había puesto, mintiendo o tratando de hacer que las promesas que Dios le había hecho se cumplieran a su propio modo. A pesar de todo, en los momentos decisivos de su vida, él supo escuchar a Dios y le obedeció. Estaba dispuesto a sacrificarlo todo por Dios, inclusive a su único hijo. Dios le puso su marca a Abraham, la marca de la circuncisión. A partir de entonces, los descendientes de Abraham iban a ser conocidos como “el pueblo de Dios”.

Verdad sin censura

La vida de Abraham es una historia fascinante, con todas las características de la vida real, llena de momentos malos y buenos. No puede decirse que fue un teólogo; una comprensión más total de Dios tendría que esperar hasta la llegada de Moisés. Sin embargo, la fe de Abraham es la raíz del judaísmo y también del cristianismo. En sus encuentros con Dios, encontramos una verdad cruda, sin censura; no una religión inventada por un filósofo sino una religión tal como la que surge cuando Dios se encuentra con el hombre.

No sorprende entonces, que el Nuevo Testamento cite a Abraham más de 80 veces y que Pablo diga a los creyentes que son verdaderos descendientes de Abraham (Gálatas 3:6-9). La vida de Abraham comenzó a desplegar la historia de los planes amplios de Dios. Dos mil años después, Jesús, el descendiente de Abraham, vino a cumplir las promesas hechas a Abraham y a sus descendientes.

Dios le pidió a Abraham que dejase su casa y su familia para ir a un país lejano y extraño. Si usted hubiese estado en su lugar, ¿qué hubiera respondido? ¿Le ha pedido Dios algo difícil o peligroso?

Tomado de la Biblia Devocional de Estudio de la Liga Bíblica.
¡Les Bendigo!

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