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lunes, 26 de enero de 2009



EL PECADO SE TRANSFIERE A TRAVES DE LAS GENERACIONES

“… porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Dt. 5:9-10).

“Y amo Isaac a Esau, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob” (Gn. 25:28).

Por lo general, la gente cree que sus “pecados privados” no tienen consecuencias para nadie, excepto para ellos mismos. Por ejemplo ¿Cuánto podrá afectar el pecado de la envidia a otras personas? En realidad, no es algo que le competa estrictamente a una sola persona y al Señor.

Los pecados del carácter tienden a herir a todos los que nos rodean, especialmente a los que más amamos, nuestra familia.

Justamente esto fue lo que le sucedió durante tres generaciones a la familia de Isaac. Rebeca, su mujer, tenia la fuerte determinación de conseguir la bendición de su esposo para su hijo favorito Jacob, incluso si esto significaba engañarlo (Gn. 25:28; 27:5-29). Así, ella le enseño a su hijo a crecer como una persona mentirosa (G. 27:35-36).

Años mas tarde, la segunda esposa de Jacob, Raquel, llegaría a ser rival de su propia hermana Lea, debido a que el la amaba muchísimo (Gn. 29:34; 30:2).

Una situación similar al engaño de Rebeca y Jacob y la envidia de Raquel fue repetida en la tercera generación, cuando los hermanos de José comenzaron a sentir envidia de el (Gn. 37:23-35).

¿De donde aprendieron a sentir celos de sus hermanos y a engañar a sus padres tan cruelmente? ¡Obviamente, todos ellos siguieron los pasos de sus antepasados!

El pecado puede transferirse de generación en generación, no solo en dichos, sino en la realidad misma. Las actitudes son tan pensadas como hechas.

¡Les bendigo!

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