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viernes, 22 de mayo de 2009

El Dios de Abundancia en el Viejo Testamento

Génesis 12:1-3
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.

Juan 10:10
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

Malaquías 3:10-12
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos”.

Jeremías 29:11
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.

En los tres primeros versículos, se presenta una visión panorámica, histórica, de los tratos de Dios con el pueblo desde los primeros tiempos de Adán hasta la consumación de la historia en el libro del Apocalipsis. A como podemos contemplar a través de las edades, nosotros podemos arribar con toda confianza a una muy clara y definitiva conclusión – nominalmente, que Dios es el Dios de la abundancia y la prosperidad y en particular es su deseo ver a su pueblo entrar en su provisión y deseo para ellos.

La entrada de las palabras de Dios trae luz (Salmo 119:130) – a como podemos escudriñar en las escrituras del Génesis al Apocalipsis, la luz de la verdad de la palabra de Dios revela su abundancia, su provisión, y su deseo y habilidad para asegurarse de que su pueblo entre en ella.

Vemos que en el principio el mundo fue formado y llenado con las provisiones de animales, plantas, pájaros y árboles, y en Génesis 1:27-31 vemos que a Adán se le había encomendado la tarea de sojuzgar y señorear sobre esta inmensa y completa herencia.

Es valioso recordar que el mundo fue formado para el placer de Dios y de su pueblo – ciertamente que no fue puesto aquí para el Diablo y sus seguidores. La caída del hombre, sin embargo, abrió la entrada a Satanás y su intento fue robar, matar y destruir la que una vez fue rica herencia es ahora invadida por los espinos y cardos.

La batalla que comenzó hace largo tiempo se sigue luchando hoy en día. Jesús ejemplifica esto cuando El dice que El vino para darnos vida, salud, prosperidad y sobre todo bienestar, pero el Diablo vendría y nos robaría de nuestra herencia (Juan 10:10).

Dios se revela a si mismo a Abram como el Dios de promesas que le da siete de ellas – todas centradas alrededor de su deseo de primeramente bendecir a Abram, y a través de él bendecir al mundo entero (Génesis 12:1-3) - pareciera que en Abraham El encuentra a alguien para que cumpla el propósito que le fue dado por primera vez a Adán. Fue tan grande el deseo de Dios de bendecir a Abraham (y finalmente al mundo) que El le confirma a él su promesa muchas veces más (Génesis 15:1, 17:3-6, 18:17-18, 22:17) y antes de su muerte está dicho de él que “El Señor le bendijo en todo” (Génesis 24:1).

A medida que nos movemos en el tiempo de Moisés, vemos al pueblo de Dios (y los descendientes de Abraham) entrar en el plan y el sueño que Dios reveló a Abraham (Éxodo 1:7) – aún cuando ellos todavía estuvieran en cautiverio. Así como a Adán le fue dada una grande y plena heredad – A Moisés le es dada la misma meta establecida antes que él de una tierra de abundancia (Éxodo 3:8), así como le había sido dada a Abraham (Génesis 12:6-7).

Los Israelitas no dejaron el cautiverio como pobres –ellos saquearon a los Egipcios (Éxodo 3:21-22 12:36) de forma que se muestra que la promesa de Dios a Abraham fue verdadera (Génesis 15:14).

La misericordia y la gracia de Dios están presentes para proveer a su pueblo, aún durante el tiempo que se tomó en la preparación para entrar a la tierra prometida y que los Israelitas son forzados a deambular en el desierto así como en el tiempo pasado en Egipto, aun en situaciones que no son deseadas por Dios. Al viajar, ellos experimentan los milagros de ver la comida llover del cielo, sus vestidos no se gastan a pesar de tanto uso, sus zapatos no se gastan tampoco (Deuteronomio 8:4 y 29:5).

Constantemente, la herencia que era para ellos les fue quitada para llamar su atención, para que de esta forma sintieran la urgencia de la plenitud de la provisión de Dios: (Deuteronomio 5:33, 6:10, 8:10 y Josué 1:8). En Deuteronomio 28 vemos la sentencia clara que la pobreza es una maldición y que la abundancia es el deseo de Dios para su pueblo - ¿no revela claramente este capítulo los buenos planes de Dios para su pueblo?

Probablemente, Salomón puede ser catalogado como la persona más rica que alguna vez haya vivido y esto es debido a que él fue prosperado por Dios. En 1 Reyes 3:10-14 Salomón pide sabiduría, pero a como más tarde él mismo nos lo revela en Proverbios 3:16 (¡recuerde que él escribió esta escritura!) quienquiera que desea sabiduría también obtendrá riquezas y honor; sólo vea los resultados usted mismo en 1 Reyes 10:14-29.

Hablando de sabiduría, ¿qué enseñan los libros de Job, Salmos, Proverbios y Eclesiastés? Bien, a pesar de sus pruebas y penas, Job 42:10-16 revela que la última palabra de Dios en todo lo que había sucedido fue que Job conociera la prosperidad nuevamente, y aún más, en una medida incrementada. Así también los otros libros de la sabiduría ellos hablan por si mismos:

Salmo 25:13: “Gozará él de bienestar, y su descendencia heredará la tierra...”
Salmo 35:27: “Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, Y digan siempre: Sea exaltado Jehová, Que ama la paz de su siervo.”
Salmo 128:2: “Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien.”
Proverbios 10:22: “La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella.”
Proverbios 13:21: “El mal perseguirá a los pecadores, Mas los justos serán premiados con el bien.”
Eclesiastés 2:26: “...al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios...”.

El Señor levanta una vez más al Profeta aún en el cautiverio de Babilonia, para establecer ante su pueblo los buenos planes y buenos deseos que tiene para ellos. La gente a menudo cita a Jeremías 29:11 para mostrar la bondad de Dios, lo que es absolutamente verdadero, pero es aún más verdadero y relevante que esto se haya dicho al pueblo cautivo y rebelde: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.

Finalmente, después del cautiverio de Babilonia, en los últimos capítulos del último libro del Viejo Testamento vemos a Dios animando a su pueblo a cooperar con él para que así El pueda abrir las ventanas del cielo y derramar tantas bendiciones que su pueblo será desbordado (Malaquías 3:10-12).

De esta forma, desde los primeros capítulos del primer libro del Viejo Testamento hasta los capítulos finales del último libro, del Edén, a Egipto, al desierto, a Canaán y aún a Babilonia, vemos al Señor animando y recordándole a su pueblo Su abundancia y prosperidad.

¡Les Bendigo!

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