LA BIBLIA NO OCULTA LAS TRAMPAS DE JACOB
“Me ha suplantado dos veces: Se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición”. Génesis 27:36
La Biblia no se anda con rodeos al descubrir a Jacob como a un hombre ambicioso y voraz. Se aprovechó de la impetuosidad de su hermano mellizo para usurpar su lugar en la herencia de la familia (Génesis 25:29-34). Más tarde, al ver que su padre aún favorecía a Esaú, Jacob y su madre engañaron al anciano Isaac, logrando que éste lo bendijera en lugar de su hermano. (La bendición dada por un padre no era un acto meramente simbólico. Tenía un significado permanente, como una ceremonia de juramentación).
El tiro sale por la culata
Vestido con la ropa de Esaú y cubierto parte de su cuerpo con piel de cabrito, Jacob le mintió descaradamente a su padre y tomó el nombre de Dios en vano. Isaac, que prefirió confiar más en su olfato que en sus oídos, cayó en la trampa (Génesis 27:1-40). Pero luego el tiro le salió por la culata; Jacob tuvo que huir para salvar su vida y pasó 20 años de exilio en la casa de su tío. El tío Labán le pagó a Jacob con la misma moneda y lo engañó repetidamente, cambiándole una y otra vez su salario como jefe de pastores.
Uno pensaría que Jacob se daría cuenta de que los engaños no son buenos. Sin embargo, Jacob no hizo ningún progreso en este aspecto. Fue un mal esposo, pues descuidó a una de sus esposas y creó rivalidad entre ellas. Dio preferencia a dos de sus hijos, a tal punto que los demás se sintieron celosos hasta estar dispuestos a llegar al homicidio. Ciertamente Jacob no parece tener la madera necesaria para llegar a ser un líder religioso.
Dios hace su elección
Pero Dios escogió a Jacob. Una y otra vez vemos a Dios haciendo esa clase de elección, algunas veces sin razón aparente. Con frecuencia violó la práctica honrosa de dejar que el primogénito fuera el número uno, como lo hizo al escoger a los hijos segundos Abel, Jacob y Efraín. Y eso no es todo; hay una profecía inspirada que señala que Dios escogió a Jacob antes de que éste naciera – aún antes de que este hiciera cosa alguna para merecer esa elección.
La Biblia no se anda con rodeos al descubrir a Jacob como a un hombre ambicioso y voraz. Se aprovechó de la impetuosidad de su hermano mellizo para usurpar su lugar en la herencia de la familia (Génesis 25:29-34). Más tarde, al ver que su padre aún favorecía a Esaú, Jacob y su madre engañaron al anciano Isaac, logrando que éste lo bendijera en lugar de su hermano. (La bendición dada por un padre no era un acto meramente simbólico. Tenía un significado permanente, como una ceremonia de juramentación).
El tiro sale por la culata
Vestido con la ropa de Esaú y cubierto parte de su cuerpo con piel de cabrito, Jacob le mintió descaradamente a su padre y tomó el nombre de Dios en vano. Isaac, que prefirió confiar más en su olfato que en sus oídos, cayó en la trampa (Génesis 27:1-40). Pero luego el tiro le salió por la culata; Jacob tuvo que huir para salvar su vida y pasó 20 años de exilio en la casa de su tío. El tío Labán le pagó a Jacob con la misma moneda y lo engañó repetidamente, cambiándole una y otra vez su salario como jefe de pastores.
Uno pensaría que Jacob se daría cuenta de que los engaños no son buenos. Sin embargo, Jacob no hizo ningún progreso en este aspecto. Fue un mal esposo, pues descuidó a una de sus esposas y creó rivalidad entre ellas. Dio preferencia a dos de sus hijos, a tal punto que los demás se sintieron celosos hasta estar dispuestos a llegar al homicidio. Ciertamente Jacob no parece tener la madera necesaria para llegar a ser un líder religioso.
Dios hace su elección
Pero Dios escogió a Jacob. Una y otra vez vemos a Dios haciendo esa clase de elección, algunas veces sin razón aparente. Con frecuencia violó la práctica honrosa de dejar que el primogénito fuera el número uno, como lo hizo al escoger a los hijos segundos Abel, Jacob y Efraín. Y eso no es todo; hay una profecía inspirada que señala que Dios escogió a Jacob antes de que éste naciera – aún antes de que este hiciera cosa alguna para merecer esa elección.
Por consiguiente, la elección de Dios no dependía necesariamente de la conducta de la persona. Dios escogía a quien quería, así de simple era el asunto.
¿Es justo esto? Eso fue lo que pensó el Apóstol Pablo se preguntó en su carta a los Romanos capítulo 9. Llegó a la conclusión de que no tenía derecho a criticar las elecciones de Dios, sabiendo nosotros tan poco frente a la infinita sabiduría de Dios. Y aunque quizás nunca entendamos las elecciones de Dios, debemos tomar nota de que todos los hermanos “rechazados” que se mencionan en el Libro de Génesis – Caín, Canaán, Ismael, Rubén, Esaú y Manasés – fueron tratados muy bien. Sus descendientes se multiplicaron hasta convertirse en naciones bajo la protección de Dios.
Ninguno quedó excluido
Para su pueblo escogido, Dios reservaba un honor mucho mayor. Buenos o malos, se convertirían en un canal de bendiciones para todo el mundo. Al principio mismo del proceso, Dios le había dicho a Abraham: “Serán benditas en ti todas las naciones de la tierra”. Génesis 12:3. Al seleccionar a unos pocos, Dios planificaba extender sus bendiciones a todos. Y así fue como sucedió: la pequeña familia de Abraham, llena de faltas, se convirtió en una nación importante también llena de faltas, de la cual surgió en la plenitud de los tiempos, Jesús el intachable.
No es de sorprender que Pablo haya escrito que nosotros no tenemos ningún derecho de juzgar la sabiduría de Dios. Tal vez no podamos ver por que escogió a personas como Jacob, pero sin duda alguna esas elecciones fueron para bien y todo el mundo llegó a tener la oportunidad de unirse “al pueblo escogido”. Como escribió Pablo: “Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús… Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois” (Gálatas 3:26, 28-29).
¿Por qué cree usted que Dios escoge a gente imperfecta como Jacob? ¿Por qué lo escogió a Usted?
Tomado de La Biblia Devocional de Estudio de La Liga Bíblica.
¡Les Bendigo!
¡Les Bendigo!
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