LA CONFIABILIDAD DE LA BIBLIA
¿Cómo puede ser verdad que la Biblia no contenga ningún error ya que hay tantas versiones distintas con diferentes palabras?
Nuestra Biblia es el documento más confiable de los tiempos antiguos. Ningún erudito serio, sea cristiano o no, duda del hecho de que ha sido transmitida a través de los siglos esencialmente de la misma forma en que fue escrita.
Creemos que la Biblia es inspirada y no contiene errores en los manuscritos originales. Esto significa que aunque pueda haber presentes algunos errores menores de copistas (puesto que la Biblia fue copiada y transmitida a mano durante los muchos siglos anteriores a la imprenta moderna), el texto que tenemos hoy refleja de una manera tan precisa los originales que se puede confiar en él. Es verdaderamente la Palabra de Dios tal como Él se la dio a los escritores humanos.
¿Es cierto que no hay forma de saber lo que Jesús enseñó realmente, ya que la Iglesia ha distorsionado muchísimo sus enseñanzas?
El Nuevo Testamento es la obra literaria mejor documentada de los tiempos antiguos. Han sobrevivido más de 5.000 manuscritos. Algunos fragmentos que hoy están disponibles datan del inicio del siglo II. Hasta los eruditos liberales reconocen las tempranas fechas de muchos libros neotestamentarios. Por consiguiente, no existe un fundamento razonable para creer que las enseñanzas de Cristo fueran distorsionadas por la iglesia apostólica. Al contrario, es lógico que los apóstoles fueran los que más probabilidades tuvieran de permanecer fieles a la enseñanza de su Señor, y que a su vez seleccionaran documentos sobre la base de su confiabilidad. Una cosa es negar la autoridad del Nuevo Testamento, y otra muy distinta poder justificar la negación que uno haga.
¿Qué evidencia apoya la confiabilidad del Nuevo Testamento?
El canon del Nuevo Testamento fue establecido oficialmente en su forma final por el tercer concilio de Cartago en el año 397. Sin embargo, dentro del círculo de cristianos que eran fieles al liderazgo apostólico, sus 27 libros fueron aceptados como autorizados desde el momento en que se escribieron y se distribuyeron.
Los cristianos del primer siglo circularon documentos escritos o aprobados por los apóstoles que contenían descripciones de la vida y la enseñanza de Jesús. Estos documentos a menudo se citaban unos a otros y presentaban el mismo mensaje desde diferentes perspectivas y en distintos estilos. Los documentos se distribuyeron ampliamente y fueron aceptados por creyentes apostólicos. Se hicieron tantas copias, que los estudios de textos comparativos hechos por los eruditos modernos pueden demostrar tanto su precisión como sus fuentes comunes. Después de ser dispersados ampliamente en el primer siglo, hubiera sido imposible que alguien conspirara para hacer cambios drásticos en los documentos en siglos posteriores. También se escribieron cientos de documentos falsos, pero la Iglesia rechazó rápidamente los documentos ilegítimos y estableció la autoridad de los que eran genuinos.
Para obtener reconocimiento canónico, un documento tenía que pasar dos pruebas. Primero, tenía que tener un historial de «aprobación continua y amplia entre los cristianos» (J. W. Wenham, Christ and the Bible). Segundo, se esperaba que demostrara que, o bien había sido escrito por un apóstol, o específicamente aprobado por los apóstoles. El hecho de que el canon muratoriano (aproximadamente del año 170 d.C.) enumerara todos los libros del Nuevo Testamento excepto Hebreos, Santiago y las dos epístolas de Pedro es otra demostración del apoyo antiguo y amplio del canon. Otro ejemplo (y se podrían dar muchos) lo da Ireneo, teólogo del siglo II. Ireneo citó los cuatro evangelios extensamente e incluyó citas de todos los libros del Nuevo Testamento con la excepción de Filemón y 3 Juan. En realidad, el hecho de que la Iglesia recibiera oficialmente unos cuantos libros en una fecha posterior es más una demostración de su discreción y cautela, que una indicación de que estos libros de alguna manera no son confiables.
¡Les Bendigo!
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