¿Cómo pudo la Escritura inspirar un poema tal?
“Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé”. Salmo 119:48
El Salmo 119 es un poema especial. Este poema tiene una redacción muy sistemática: la del acróstico, en la que cada renglón de cada verso comienza con una letra del alfabeto hebreo, A en el primer verso, B en el segundo, y así con cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo.
Es el tema, no obstante, el que causa la mayor sorpresa. El salmo 119 es un largo, apasionado poema, de amor por la Ley de Dios.
¿Cómo se enamora uno de la Ley? La mayoría de la gente admite que las reglas son necesarias, y las aprecia a regañadientes. Pero nadie escribe poemas de amor acerca de las leyes.
La palabra que traducimos “ley” no significa meramente “reglas”. Expresa la totalidad de las instrucciones escritas dadas por Dios. El poeta ve la vida llena de incertidumbres, de enemigos, de dolor. Pero Dios ha dado, una guía confiable según la cual vivir – algo así como el pavimento que uno podría encontrar por debajo después de haberse metido en el barro. Obedecer la ley no es para el salmista una esclavitud – es más bien una libertad.
Al filo de la muerte
El Salmo 119 no fue escrito en una torre de marfil. Aparentemente, el salmista había estado a punto de morir (versículo 87), y aún mientras escribe, los impíos lo están aguardando para destruirlo (versículo 95). Pero en esta situación peligrosa, él ha aprendido a aferrarse a la sabiduría de Dios. La lección es tan valiosa que él hasta está agradecido por sus mandamientos: “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” (versículo 71).
El salmista no ve a la ley de Dios como un código polvoriento y rígido. En él oye la voz del Dios que le ama. “De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra; enséñame tus caminos” (versículo 64). “Tus testimonios... son el gozo de mi corazón” (versículo 111).
Las leyes de Dios canalizan el amor de Dios al corazón del poeta. Ellas le protegen de hacer lo malo, le dan sabiduría para entender su situación. Hacen que la nueva vida fluya hacia él. ¡Con razón él escribe con tanto agradecimiento! En la palabra de Dios él encuentra más que dirección. Encuentra a Dios mismo.
Estos próximos 176 días estaremos estudiando éste maravilloso Salmo de Amor.
¡Les Bendigo!
“Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé”. Salmo 119:48
El Salmo 119 es un poema especial. Este poema tiene una redacción muy sistemática: la del acróstico, en la que cada renglón de cada verso comienza con una letra del alfabeto hebreo, A en el primer verso, B en el segundo, y así con cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo.
Es el tema, no obstante, el que causa la mayor sorpresa. El salmo 119 es un largo, apasionado poema, de amor por la Ley de Dios.
¿Cómo se enamora uno de la Ley? La mayoría de la gente admite que las reglas son necesarias, y las aprecia a regañadientes. Pero nadie escribe poemas de amor acerca de las leyes.
La palabra que traducimos “ley” no significa meramente “reglas”. Expresa la totalidad de las instrucciones escritas dadas por Dios. El poeta ve la vida llena de incertidumbres, de enemigos, de dolor. Pero Dios ha dado, una guía confiable según la cual vivir – algo así como el pavimento que uno podría encontrar por debajo después de haberse metido en el barro. Obedecer la ley no es para el salmista una esclavitud – es más bien una libertad.
Al filo de la muerte
El Salmo 119 no fue escrito en una torre de marfil. Aparentemente, el salmista había estado a punto de morir (versículo 87), y aún mientras escribe, los impíos lo están aguardando para destruirlo (versículo 95). Pero en esta situación peligrosa, él ha aprendido a aferrarse a la sabiduría de Dios. La lección es tan valiosa que él hasta está agradecido por sus mandamientos: “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” (versículo 71).
El salmista no ve a la ley de Dios como un código polvoriento y rígido. En él oye la voz del Dios que le ama. “De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra; enséñame tus caminos” (versículo 64). “Tus testimonios... son el gozo de mi corazón” (versículo 111).
Las leyes de Dios canalizan el amor de Dios al corazón del poeta. Ellas le protegen de hacer lo malo, le dan sabiduría para entender su situación. Hacen que la nueva vida fluya hacia él. ¡Con razón él escribe con tanto agradecimiento! En la palabra de Dios él encuentra más que dirección. Encuentra a Dios mismo.
Estos próximos 176 días estaremos estudiando éste maravilloso Salmo de Amor.
¡Les Bendigo!
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