(1era. Parte)
Por: Alfonso Rojas/ Argentina
Por: Alfonso Rojas/ Argentina
TEXTO: Mt. 1:20-24; 2:1-12
INTRODUCCIÓN: Aquella primera navidad, cuando Jesús nació en Belén de Judea, acontecieron varios sucesos que todavía siguen aconteciendo en nuestras navidades. Son los sucesos que revelan la condición y el corazón del hombre sin Cristo y sin esperanza.
El escenario y las circunstancias en las que el niño Rey habría de nacer estaban listas. Era el cumplimiento del tiempo de Dios, cuando su Hijo fue enviado al mundo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. ¿Qué fue realmente lo que sucedió en aquella primera navidad? En aquellos días sucedieron una serie de cosas pero en todo ese suceso en la vida de José y María vemos el “control divino de Dios” sobre las circunstancias, de modo tal que prevalezca su voluntad y sus propósitos se cumplan.
Cuando hablamos de navidad, tenemos que pensar en los sucesos que acontecieron en los días en que el Verbo de Dios se hizo carne, tomando forma de siervo y hecho semejante a los hombres. Navidad, es una de las fiestas más emotivas del año. Diciembre es el mes de fiestas y festejos, en el cual todo el mundo se apresura para prepararse. La gente corre a los mercados y a las tiendas para comprar y vestir la mejor ropa y preparar la mejor comida.
En esta época del año hay una mezcla de “sentimientos” que confunden a la gente con el verdadero “significado” de la navidad. Desafortunadamente, no todos experimentan el muy mencionado gozo de estos días. Los sentimientos negativos de tristezas, de amargura, de soledad y de dolor cuando son comparados con el buen tiempo que pasan otros, puede llevar a que la vida parezca doblemente deprimente.
Hay muchos que no desean que el mes de diciembre llegue, porque el dolor en su corazón se hace más agudo al pensar en la dulce madre que ya no está o en el padre que ocupaba el lugar de cabecera, y que por la falta de él o de ella ya no hay tantos preparativos.
La voz de la palabra profética de Dios iba a dar cumplimiento a las circunstancias y lugar del nacimiento del Niño Rey. Pero, ¿Qué sucedió realmente en aquellos días? Lo primero que vemos en todo el relato histórico es:
I. LA VISIÓN DE JOSÉ (1:20-24)
“Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” (v. 20).
Aquí tenemos el primer suceso que tenía que ver con la visión de José sobre la manera y el motivo del nacimiento de Jesús. La concepción y nacimiento de Jesucristo son acontecimientos sobrenaturales que están más allá de la razón humana. Por tal motivo Dios envió un ángel para que ayudara a José a comprender el significado de todo lo sucedido (1:20; 2:13, 19).
Esta visión revela no sólo las circunstancias sino también el carácter de José. Revela que Dios tiene el control no sólo de las circunstancias, también controla el corazón del hombre.
José estaba decidido terminar con su compromiso con María, pero Dios le envió un mensajero y por revelación de Dios confirmó lo que María decía acerca de su embarazo, y abrió un nuevo camino de obediencia para José. José fue un hombre:
A) Devoto. “Era justo”
El carácter de José se evidencia en la mesura que tuvo de no infamar a su prometida. Él no la repudió públicamente ante testigos, según era costumbre en la ley (Dt. 22:23-30). José era de carácter íntegro. Un hombre que tenía en su corazón “el temor de Dios”. La integridad de un hombre justo se mide por su carácter y no tan sólo por lo que uno cree.
La devoción de José se puede ver en todo su proceder y prudencia en cómo trato el problema del embarazo de María. Fue “lento para la ira”. Su actitud fue la de Proverbios: “Todo hombre prudente procede con sabiduría”. “El corazón del sabio hace prudente su boca” (Pr. 10:12; 16:23; 13:16).
Esto revela no sólo su carácter sino también su corazón sensible. José fue un hombre:
B). Discreto. “y pensando él en esto” .
Fue un hombre con creencias definidas y, aún así, estuvo dispuesto a sufrir por sus creencias. Aquí podemos decir con Pablo y Salomón: “El amor es sufrido” “El amor cubre todas las faltas” y, “fieles son las heridas del que ama" (1 Co. 13:4; Pr. 10:12; Pr. 27:6).
La discreción de José se mide por la prudencia que usó al tratar el problema del embarazo de María. La Biblia dice: “Y pensando él en esto”. Esto nos habla de que José había meditado sobre el asunto cuando María le habló acerca de su embarazo. José sabía que él no era el padre, pero guardó silencio y sabiamente enfrentó el asunto para que ella no fuera infamada y apedreada por el pueblo.
A pesar de que José tenía el derecho de romper con su prometida, Dios le llevó a tomar otra decisión cuando le fue revelado que todo el suceso en la vida de María se debía a una obra sobrenatural del Espíritu de Dios. Esa concepción sobrenatural tenía que ver con una misión sobrenatural. Jesús era el esperado Mesías y el cumplimiento de la profecía de Isaías 7:14-16; Miqueas 5:2.
José fue el hombre “lento para ira”. Fue un hombre que sopesaba, que meditaba las cosas, que no salió alocadamente a gritarle al pueblo la “supuesta infidelidad” de María. Por el contrario, fue un hombre ecuánime, que supo tratar el asunto con sabiduría. Dice Proverbios 15: 28 “El corazón del justo piensa para responder” En cambio, “El furioso muchas veces peca” “El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; más el hombre prudente calla” (Pr.11:12).
José fue también un hombre:
C) Dispuesto.
Estaba dispuesto a obedecer a Dios y a enfrentar todo lo que pudiera venir. Su amor por su Dios y por María le hicieron estar dispuesto a “llevar el oprobio por Cristo” ¡Piense cómo habrán hablado sus conocidos! En Juan 8:41 hay una referencia de que los judíos difamaban del nacimiento de Cristo, diciendo que habría nacido de fornicación.
Satanás siempre atacó la verdad del engendramiento de Jesús para negar su persona y la palabra de Dios. Siempre que usted y yo estemos dispuestos a hacer la voluntad de Dios, el diablo nos atacará con pensamientos negativos. A Eva, el tentador le dijo: ¿Conque Dios os ha dicho? El apóstol Pablo dijo a los corintios: “pero temo que como la serpiente con su astucia engaño a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Co. 11:3).
Fue un hombre que:
D) No dudó.
José fue un hombre que no dudó en todo lo que el ángel le había revelado. Esto nos habla de su gran fe para creer en el mensaje de Dios en sueño. Es probable que al principio cuando José recibe la noticia del embarazo de su prometida, haya tenido un sentimiento de duda, pero Dios, no permitió que esa gota de duda echara raíz.
Tan pronto que José comenzará a sentir duda de lo sagrado del embarazo de María, Dios envió a su ángel para disipar toda duda y temor. La duda viene a nuestra mente cuando no estamos creyendo en toda la revelación de la palabra de Dios. El ejemplo de Adán y Eva nos muestra cómo la duda se inserta en la mente del hombre; cuando no estamos confiando en la palabra de Dios (Gn. 3).
La decisión que José tomó al descubrir que María estaba embarazada, y a pesar de ser consciente que tomar a María por esposa sería humillante, eligió sin embargo obedecer a Dios porque confió en toda la revelación divina. José no dudó del embarazo de María porque Dios se manifestó en medio de su perplejidad; tampoco dudó en ponerle el nombre Jesús.
El nombre de Jesús iba a ser:
E) Un nombre sublime (Is. 9:6; Lc. 1:30; Jue. 13:17-18).
El nombre de Jesús es sublime porque vino del cielo, porque Dios lo escogió, porque nació y se originó en la mente y corazón de Dios. Ya Isaías 9:6 profetizó que su nombre sería:
Admirable. Es un nombre admirable porque venía del Altísimo que declaró en su bautismo: “Este es mi Hijo amado” (Mt. 3:17). Es un nombre admirable porque todo el mundo iba a admirar su vida perfecta y sin pecado, sus milagros y su gran obra de redención.
F) Un nombre salvador. (Hch. 4:12; 10:43; 1 Ti. 2:5-6; Mt. 1:21).
Lucas declara en Hechos 4:12: “Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres en que podamos ser salvos”. Podemos decir que este es el significado más maravilloso del nombre Jesús — Salvador.
Los ángeles declararon a los pastores: “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor" (Lc. 2:11). Ya en su nombre Dios había impreso, había escrito la historia de la redención, la misión por la cual había venido al mundo y lo llevaría hasta el Calvario como oveja al matadero y donde sería molido por nuestros pecados.
G) Un nombre soberano. (1 Ti. 6:15; Fil. 2:9)
El Salmo 8 declara: “Cuan glorioso y cuán grande es tu nombre en toda la tierra”. Es soberano porque es sobre todo nombre. Es un nombre sobre todo nombre, y porque un día todos los confines de la tierra confesarán que Jesucristo es Señor. Juan en su Apocalipsis declara, sin paralelo y sin privilegios, que todo el universo en plenitud ha de rendirle homenaje y honor, doblegando sus rodillas en reverencias por todo lo que él es y por todo lo que él ha hecho. (Ap.5:13). Cuando Jesús nació le fueron dados los nombres Jesús — Salvador — de los hombres en su humillación. También recibió el nombre de: — Cristo — el ungido de Dios. El primero nos habla de su obra ministerial, y el segundo de su oficio mesiánico. Pero cuando Jesús ascendió a los cielos, después de haber vencido a la muerte y al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo; Dios le da título mayor y más glorioso: Señor Jesucristo.
Esto nos habla de su honor por haber muerto en la cruz y por consumado la obra de redención y también por el triunfo sobre la muerte.
El que descendió en humillación es el mismo que subió a los cielos exaltado por encima de todos los cielos, para que todos confiesen que Jesús, el Salvador rechazado es, el Señor resucitado. El nombre que Dios le dio no es comparativo, sino superlativo y, ese nombre que recibió de Dios el Padre es “Señor”. Es un nombre soberano ante el cual todo el mundo se doblegará y reconocerá la soberanía y el señorío de Jesús, para gloria de Dios Padre. En todo el N. T. vemos que más de 747 veces es llamado Señor.
H) Un nombre sagrado. (Fil. 2:10-11; Mt. 1:23; Lc. 1:32, 35).
¿Quién nació? ¿Quién vino al mundo? Emanuel, Dios con nosotros. Y será llamado Hijo de Dios. Aquel Verbo, dice Juan era Dios, y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre (Jn. 1:14). El mundo de aquel entonces pudo ver a Dios en la faz de Jesucristo. Pero habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamiento y su necio corazón fue entenebrecido (Ro. 1:21). En Juan 14:8 Felipe le dijo: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.
I) Un nombre sempiterno. (Ap. 19:13; 22:4; Sal. 72:17, 19).
El nombre que Dios le dio a su Hijo es un nombre como él es, eterno. El Salmista declara: “será su nombre para siempre, Bendito su nombre glorioso para siempre.” Es un nombre que todos recordarán para siempre, porque es el nombre con el cual él se humilló hasta lo sumo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. Pero es también un nombre con el cual recibió todo el honor y el homenaje más gloriosos por todos los ángeles del cielo, por todo los siglos. Él es, el rey de los siglos. Todo el mundo político, religioso y romano quisieron borrar de la tierra el nombre de Jesús, pero ni los reyes, ni los religiosos, ni aún los que le rechazaron pudieron borrar su bendito nombre. Ni la cruz ni la misma muerte, ni Herodes pudieron con el nombre de Jesús. Es nombre eterno dado por el eterno Padre. Es nombre que quedó en los portales de la eternidad y en la frente de todos los redimidos que han sido lavados con la sangre del Hijo eterno, para gloria del eterno Padre.
¡Amén!
Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso.
ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.
INTRODUCCIÓN: Aquella primera navidad, cuando Jesús nació en Belén de Judea, acontecieron varios sucesos que todavía siguen aconteciendo en nuestras navidades. Son los sucesos que revelan la condición y el corazón del hombre sin Cristo y sin esperanza.
El escenario y las circunstancias en las que el niño Rey habría de nacer estaban listas. Era el cumplimiento del tiempo de Dios, cuando su Hijo fue enviado al mundo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. ¿Qué fue realmente lo que sucedió en aquella primera navidad? En aquellos días sucedieron una serie de cosas pero en todo ese suceso en la vida de José y María vemos el “control divino de Dios” sobre las circunstancias, de modo tal que prevalezca su voluntad y sus propósitos se cumplan.
Cuando hablamos de navidad, tenemos que pensar en los sucesos que acontecieron en los días en que el Verbo de Dios se hizo carne, tomando forma de siervo y hecho semejante a los hombres. Navidad, es una de las fiestas más emotivas del año. Diciembre es el mes de fiestas y festejos, en el cual todo el mundo se apresura para prepararse. La gente corre a los mercados y a las tiendas para comprar y vestir la mejor ropa y preparar la mejor comida.
En esta época del año hay una mezcla de “sentimientos” que confunden a la gente con el verdadero “significado” de la navidad. Desafortunadamente, no todos experimentan el muy mencionado gozo de estos días. Los sentimientos negativos de tristezas, de amargura, de soledad y de dolor cuando son comparados con el buen tiempo que pasan otros, puede llevar a que la vida parezca doblemente deprimente.
Hay muchos que no desean que el mes de diciembre llegue, porque el dolor en su corazón se hace más agudo al pensar en la dulce madre que ya no está o en el padre que ocupaba el lugar de cabecera, y que por la falta de él o de ella ya no hay tantos preparativos.
La voz de la palabra profética de Dios iba a dar cumplimiento a las circunstancias y lugar del nacimiento del Niño Rey. Pero, ¿Qué sucedió realmente en aquellos días? Lo primero que vemos en todo el relato histórico es:
I. LA VISIÓN DE JOSÉ (1:20-24)
“Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” (v. 20).
Aquí tenemos el primer suceso que tenía que ver con la visión de José sobre la manera y el motivo del nacimiento de Jesús. La concepción y nacimiento de Jesucristo son acontecimientos sobrenaturales que están más allá de la razón humana. Por tal motivo Dios envió un ángel para que ayudara a José a comprender el significado de todo lo sucedido (1:20; 2:13, 19).
Esta visión revela no sólo las circunstancias sino también el carácter de José. Revela que Dios tiene el control no sólo de las circunstancias, también controla el corazón del hombre.
José estaba decidido terminar con su compromiso con María, pero Dios le envió un mensajero y por revelación de Dios confirmó lo que María decía acerca de su embarazo, y abrió un nuevo camino de obediencia para José. José fue un hombre:
A) Devoto. “Era justo”
El carácter de José se evidencia en la mesura que tuvo de no infamar a su prometida. Él no la repudió públicamente ante testigos, según era costumbre en la ley (Dt. 22:23-30). José era de carácter íntegro. Un hombre que tenía en su corazón “el temor de Dios”. La integridad de un hombre justo se mide por su carácter y no tan sólo por lo que uno cree.
La devoción de José se puede ver en todo su proceder y prudencia en cómo trato el problema del embarazo de María. Fue “lento para la ira”. Su actitud fue la de Proverbios: “Todo hombre prudente procede con sabiduría”. “El corazón del sabio hace prudente su boca” (Pr. 10:12; 16:23; 13:16).
Esto revela no sólo su carácter sino también su corazón sensible. José fue un hombre:
B). Discreto. “y pensando él en esto” .
Fue un hombre con creencias definidas y, aún así, estuvo dispuesto a sufrir por sus creencias. Aquí podemos decir con Pablo y Salomón: “El amor es sufrido” “El amor cubre todas las faltas” y, “fieles son las heridas del que ama" (1 Co. 13:4; Pr. 10:12; Pr. 27:6).
La discreción de José se mide por la prudencia que usó al tratar el problema del embarazo de María. La Biblia dice: “Y pensando él en esto”. Esto nos habla de que José había meditado sobre el asunto cuando María le habló acerca de su embarazo. José sabía que él no era el padre, pero guardó silencio y sabiamente enfrentó el asunto para que ella no fuera infamada y apedreada por el pueblo.
A pesar de que José tenía el derecho de romper con su prometida, Dios le llevó a tomar otra decisión cuando le fue revelado que todo el suceso en la vida de María se debía a una obra sobrenatural del Espíritu de Dios. Esa concepción sobrenatural tenía que ver con una misión sobrenatural. Jesús era el esperado Mesías y el cumplimiento de la profecía de Isaías 7:14-16; Miqueas 5:2.
José fue el hombre “lento para ira”. Fue un hombre que sopesaba, que meditaba las cosas, que no salió alocadamente a gritarle al pueblo la “supuesta infidelidad” de María. Por el contrario, fue un hombre ecuánime, que supo tratar el asunto con sabiduría. Dice Proverbios 15: 28 “El corazón del justo piensa para responder” En cambio, “El furioso muchas veces peca” “El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; más el hombre prudente calla” (Pr.11:12).
José fue también un hombre:
C) Dispuesto.
Estaba dispuesto a obedecer a Dios y a enfrentar todo lo que pudiera venir. Su amor por su Dios y por María le hicieron estar dispuesto a “llevar el oprobio por Cristo” ¡Piense cómo habrán hablado sus conocidos! En Juan 8:41 hay una referencia de que los judíos difamaban del nacimiento de Cristo, diciendo que habría nacido de fornicación.
Satanás siempre atacó la verdad del engendramiento de Jesús para negar su persona y la palabra de Dios. Siempre que usted y yo estemos dispuestos a hacer la voluntad de Dios, el diablo nos atacará con pensamientos negativos. A Eva, el tentador le dijo: ¿Conque Dios os ha dicho? El apóstol Pablo dijo a los corintios: “pero temo que como la serpiente con su astucia engaño a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Co. 11:3).
Fue un hombre que:
D) No dudó.
José fue un hombre que no dudó en todo lo que el ángel le había revelado. Esto nos habla de su gran fe para creer en el mensaje de Dios en sueño. Es probable que al principio cuando José recibe la noticia del embarazo de su prometida, haya tenido un sentimiento de duda, pero Dios, no permitió que esa gota de duda echara raíz.
Tan pronto que José comenzará a sentir duda de lo sagrado del embarazo de María, Dios envió a su ángel para disipar toda duda y temor. La duda viene a nuestra mente cuando no estamos creyendo en toda la revelación de la palabra de Dios. El ejemplo de Adán y Eva nos muestra cómo la duda se inserta en la mente del hombre; cuando no estamos confiando en la palabra de Dios (Gn. 3).
La decisión que José tomó al descubrir que María estaba embarazada, y a pesar de ser consciente que tomar a María por esposa sería humillante, eligió sin embargo obedecer a Dios porque confió en toda la revelación divina. José no dudó del embarazo de María porque Dios se manifestó en medio de su perplejidad; tampoco dudó en ponerle el nombre Jesús.
El nombre de Jesús iba a ser:
E) Un nombre sublime (Is. 9:6; Lc. 1:30; Jue. 13:17-18).
El nombre de Jesús es sublime porque vino del cielo, porque Dios lo escogió, porque nació y se originó en la mente y corazón de Dios. Ya Isaías 9:6 profetizó que su nombre sería:
Admirable. Es un nombre admirable porque venía del Altísimo que declaró en su bautismo: “Este es mi Hijo amado” (Mt. 3:17). Es un nombre admirable porque todo el mundo iba a admirar su vida perfecta y sin pecado, sus milagros y su gran obra de redención.
F) Un nombre salvador. (Hch. 4:12; 10:43; 1 Ti. 2:5-6; Mt. 1:21).
Lucas declara en Hechos 4:12: “Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres en que podamos ser salvos”. Podemos decir que este es el significado más maravilloso del nombre Jesús — Salvador.
Los ángeles declararon a los pastores: “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor" (Lc. 2:11). Ya en su nombre Dios había impreso, había escrito la historia de la redención, la misión por la cual había venido al mundo y lo llevaría hasta el Calvario como oveja al matadero y donde sería molido por nuestros pecados.
G) Un nombre soberano. (1 Ti. 6:15; Fil. 2:9)
El Salmo 8 declara: “Cuan glorioso y cuán grande es tu nombre en toda la tierra”. Es soberano porque es sobre todo nombre. Es un nombre sobre todo nombre, y porque un día todos los confines de la tierra confesarán que Jesucristo es Señor. Juan en su Apocalipsis declara, sin paralelo y sin privilegios, que todo el universo en plenitud ha de rendirle homenaje y honor, doblegando sus rodillas en reverencias por todo lo que él es y por todo lo que él ha hecho. (Ap.5:13). Cuando Jesús nació le fueron dados los nombres Jesús — Salvador — de los hombres en su humillación. También recibió el nombre de: — Cristo — el ungido de Dios. El primero nos habla de su obra ministerial, y el segundo de su oficio mesiánico. Pero cuando Jesús ascendió a los cielos, después de haber vencido a la muerte y al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo; Dios le da título mayor y más glorioso: Señor Jesucristo.
Esto nos habla de su honor por haber muerto en la cruz y por consumado la obra de redención y también por el triunfo sobre la muerte.
El que descendió en humillación es el mismo que subió a los cielos exaltado por encima de todos los cielos, para que todos confiesen que Jesús, el Salvador rechazado es, el Señor resucitado. El nombre que Dios le dio no es comparativo, sino superlativo y, ese nombre que recibió de Dios el Padre es “Señor”. Es un nombre soberano ante el cual todo el mundo se doblegará y reconocerá la soberanía y el señorío de Jesús, para gloria de Dios Padre. En todo el N. T. vemos que más de 747 veces es llamado Señor.
H) Un nombre sagrado. (Fil. 2:10-11; Mt. 1:23; Lc. 1:32, 35).
¿Quién nació? ¿Quién vino al mundo? Emanuel, Dios con nosotros. Y será llamado Hijo de Dios. Aquel Verbo, dice Juan era Dios, y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre (Jn. 1:14). El mundo de aquel entonces pudo ver a Dios en la faz de Jesucristo. Pero habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamiento y su necio corazón fue entenebrecido (Ro. 1:21). En Juan 14:8 Felipe le dijo: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.
I) Un nombre sempiterno. (Ap. 19:13; 22:4; Sal. 72:17, 19).
El nombre que Dios le dio a su Hijo es un nombre como él es, eterno. El Salmista declara: “será su nombre para siempre, Bendito su nombre glorioso para siempre.” Es un nombre que todos recordarán para siempre, porque es el nombre con el cual él se humilló hasta lo sumo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. Pero es también un nombre con el cual recibió todo el honor y el homenaje más gloriosos por todos los ángeles del cielo, por todo los siglos. Él es, el rey de los siglos. Todo el mundo político, religioso y romano quisieron borrar de la tierra el nombre de Jesús, pero ni los reyes, ni los religiosos, ni aún los que le rechazaron pudieron borrar su bendito nombre. Ni la cruz ni la misma muerte, ni Herodes pudieron con el nombre de Jesús. Es nombre eterno dado por el eterno Padre. Es nombre que quedó en los portales de la eternidad y en la frente de todos los redimidos que han sido lavados con la sangre del Hijo eterno, para gloria del eterno Padre.
¡Amén!
Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso.
ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.
Continuará..
¡Les Bendigo!
¡Les Bendigo!
Presioso Post, amiga! Es tiempo de dar a conocer a Jesús. Feliz navidad, DTB =)
ResponderEliminarGracias Pat! Igualmente! Te Bendigo!
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