Hebreos 10:32-33
“Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante”.
INTRODUCCIÓN: Antes de que cada uno de nosotros llegáramos a los pies de Jesús hubo un momento en que las tinieblas nos envolvieron y estábamos perdidos, pero dice la Biblia que un día la luz de Dios vino sobre nuestra mente espiritual y nos resucitó (Jn. 3:17, 19, 20). Cuántos de nosotros después de haber aceptado al Señor empezamos a tener problemas en nuestra casa, en nuestro trabajo, con nuestros familiares o nuestros amigos; empezamos a tener batallas, pero ahora con el poder del Espíritu Santo podemos vencer, porque nuestras armas no son carnales sino poderosas en Dios para derribar fortalezas (2ª Co. 10:4).
DESARROLLO: Mientras andamos como peregrinos sobre esta tierra vamos a estar en una guerra y debemos saber cuáles son las batallas que vamos a enfrentar; el apóstol Pablo le decía a Timoteo que debía pasar por tres etapas, la de sembrador, atleta y soldado; el soldado es el que se enfrenta contra el enemigo, y aunque Jesucristo ya lo venció en la cruz, debemos conocer que luchas son las que nosotros vamos a enfrentar, para que se cumpla en nosotros la escritura que dice que no ignoramos las artimañas de nuestro adversario el diablo (2ª Co. 2:11).
BATALLA DE PADECIMIENTOS, He. 10:32: Esta batalla la peleamos principalmente cuando somos recién convertidos, porque el enemigo empieza a levantar luchas en contra nuestra en el trabajo, con nuestros antiguos amigos, en nuestra casa, en donde estudiamos etc., y también a medida que crecemos espiritualmente empiezan a venir padecimientos que no experimentábamos cuando estábamos en el mundo, y eso lo aprovecha el enemigo para atacarnos haciéndonos creer que estábamos mejor en el mundo que ahora en Cristo (Mt. 13:20-21), pero debemos pelear y reprender para no dejar que nos engañe, porque él es padre de mentira.
BATALLA CONTRA FUERZAS NATURALES, Hch. 27:1718: La batalla contra las fuerzas naturales, es cuando en ocasiones son manipuladas por el enemigo y pelean contra nosotros para que no hagamos la obra de Dios; en Marcos 4:35-41 el Señor Jesucristo iba hacia Gadara con el propósito de liberar a un endemoniado y convertirlo en un predicador, para que a través del mensaje se convirtieran los habitantes de las ciudades llamadas Decapo lis, y lo primero que hace el diablo es levantar una tormenta, pero el Señor Jesucristo sabía que esto no era normal, sino que era una lucha de los elementos naturales motivados por el diablo. Debemos discernir cuando pasamos aflicciones, luchas o padecimientos, sí es una prueba que viene de parte de Dios debemos de gozarnos, pero sí viene del diablo debemos reprender. No es conveniente reprender sin discernir, por ejemplo en el caso de Jonás la tormenta fue enviada por Dios para que Jonás cumpliera el mandato que se le había dado (Jon. 1:4).
LA BATALLA DE LA FE, 1 Ti. 1:18: Nosotros estamos peleando la batalla de la fe o la batalla contra la incredulidad, porque el enemigo va a atacar la fe con la incredulidad; mucha gente llega a la iglesia y no creen lo que se predica, muchos oyen hablar de Cristo y no creen, como en el caso de los discípulos, porque algunos de ellos adoraban y dudaban al mismo tiempo (Mt. 28:17), así mucha gente oye el evangelio pero dudando y eso se llama incredulidad, y la incredulidad es un enemigo terrible para que nosotros no podamos agradar a Dios (He. 11:6), y para que no podamos conquistar Canaán, la incredulidad es tan tremenda que puede impedir que personas sean levantadas sin ver muerte, porque Enoc antes de ser llevado tuvo testimonio de agradar a Dios. Entonces cuando lleguen esos dardos a la mente, debemos pelear y reprender.
PASIONES QUE COMBATEN CONTRA EL ALMA, 1ª P. 2:11: Existen en el campo de batalla pasiones que combaten contra nuestra alma. Pasión: deseo desordenado, sin freno, un anhelo ferviente de algo prohibido. Es decir que en nuestra alma hay anhelos sin límites, desordenados que son pasiones y debemos combatir contra ellas en el nombre de Jesús. Una de las pasiones puede ser el sexo, y este es uno de los enemigos más poderoso porque no tiene edad, puede haber alguien de cualquier edad con pensamientos obscenos y deleitarse con ellos (Judas 5-8), otras pasiones son los vicios, lo mismo puede suceder con la comida cuando se convierte en una pasión, otras de las pasiones con las que podemos llegar a combatir son: Pasiones Viles de deshonra (Ro. 1:26), Desordenadas (Ro. 1:27), Pecaminosas (Ro. 7:5), De la carne (Gá. 5:24), Bajas (Col. 3:5), Insensatas (1 Ti. 6:9), Juveniles (2 Ti. 2:22), Diversas (2 Ti. 3:6), Propias (Jud. 18), Mundanas (Tit. 2:12), Engañosas (Ef. 4:22), etc.
LA LUCHA CONTRA EL PECADO, He. 12:4: La lucha contra el pecado es la que constantemente estamos librando y no dejaremos de hacerlo hasta que seamos transformados, porque aún el apóstol Pablo decía: “quien me librara de este cuerpo de muerte” (Ro. 8:24), porque en esta lucha hay ocasiones en que pecamos y no es lo que deseamos hacer, por eso la lucha es constante para que el pecado no nos alcance.
LUCHA CONTRA PRINCIPADOS, HUESTES, GOBERNADORES, POTESTADES; Ef. 6:12: Esta lucha es espiritual, es del reino de luz contra el reino de las tinieblas, en donde el enemigo ha organizado a sus ejércitos en principados, huestes, gobernadores y potestades, y nosotros peleamos contra alguno de estos grupos de acuerdo a nuestra estatura espiritual, pero debemos hacerlo con la armadura que Dios ha dejado para que obtengamos la victoria (Ef. 6:1317).
CONCLUSIÓN: Las batallas del cristiano son duras y para poder ganarlas es necesario buscar el equilibrio, pedir a Dios que nos dé discernimiento y confiar en que nuestro poder radica en El y que solamente con su ayuda podremos vencer, como dice la escritura, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Fil. 4:13) y que “Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. (Ro. 8:37).
Nosotros a veces nos ponemos a luchar contra Dios cuando queremos estorbar su obra, por eso debemos de ser cuidadosos con lo que estamos haciendo no sea que seamos hallados luchando contra Dios (Hch. 5:39).
Tomado de: http://www.ebenezer.org/.
INTRODUCCIÓN: Antes de que cada uno de nosotros llegáramos a los pies de Jesús hubo un momento en que las tinieblas nos envolvieron y estábamos perdidos, pero dice la Biblia que un día la luz de Dios vino sobre nuestra mente espiritual y nos resucitó (Jn. 3:17, 19, 20). Cuántos de nosotros después de haber aceptado al Señor empezamos a tener problemas en nuestra casa, en nuestro trabajo, con nuestros familiares o nuestros amigos; empezamos a tener batallas, pero ahora con el poder del Espíritu Santo podemos vencer, porque nuestras armas no son carnales sino poderosas en Dios para derribar fortalezas (2ª Co. 10:4).
DESARROLLO: Mientras andamos como peregrinos sobre esta tierra vamos a estar en una guerra y debemos saber cuáles son las batallas que vamos a enfrentar; el apóstol Pablo le decía a Timoteo que debía pasar por tres etapas, la de sembrador, atleta y soldado; el soldado es el que se enfrenta contra el enemigo, y aunque Jesucristo ya lo venció en la cruz, debemos conocer que luchas son las que nosotros vamos a enfrentar, para que se cumpla en nosotros la escritura que dice que no ignoramos las artimañas de nuestro adversario el diablo (2ª Co. 2:11).
BATALLA DE PADECIMIENTOS, He. 10:32: Esta batalla la peleamos principalmente cuando somos recién convertidos, porque el enemigo empieza a levantar luchas en contra nuestra en el trabajo, con nuestros antiguos amigos, en nuestra casa, en donde estudiamos etc., y también a medida que crecemos espiritualmente empiezan a venir padecimientos que no experimentábamos cuando estábamos en el mundo, y eso lo aprovecha el enemigo para atacarnos haciéndonos creer que estábamos mejor en el mundo que ahora en Cristo (Mt. 13:20-21), pero debemos pelear y reprender para no dejar que nos engañe, porque él es padre de mentira.
BATALLA CONTRA FUERZAS NATURALES, Hch. 27:1718: La batalla contra las fuerzas naturales, es cuando en ocasiones son manipuladas por el enemigo y pelean contra nosotros para que no hagamos la obra de Dios; en Marcos 4:35-41 el Señor Jesucristo iba hacia Gadara con el propósito de liberar a un endemoniado y convertirlo en un predicador, para que a través del mensaje se convirtieran los habitantes de las ciudades llamadas Decapo lis, y lo primero que hace el diablo es levantar una tormenta, pero el Señor Jesucristo sabía que esto no era normal, sino que era una lucha de los elementos naturales motivados por el diablo. Debemos discernir cuando pasamos aflicciones, luchas o padecimientos, sí es una prueba que viene de parte de Dios debemos de gozarnos, pero sí viene del diablo debemos reprender. No es conveniente reprender sin discernir, por ejemplo en el caso de Jonás la tormenta fue enviada por Dios para que Jonás cumpliera el mandato que se le había dado (Jon. 1:4).
LA BATALLA DE LA FE, 1 Ti. 1:18: Nosotros estamos peleando la batalla de la fe o la batalla contra la incredulidad, porque el enemigo va a atacar la fe con la incredulidad; mucha gente llega a la iglesia y no creen lo que se predica, muchos oyen hablar de Cristo y no creen, como en el caso de los discípulos, porque algunos de ellos adoraban y dudaban al mismo tiempo (Mt. 28:17), así mucha gente oye el evangelio pero dudando y eso se llama incredulidad, y la incredulidad es un enemigo terrible para que nosotros no podamos agradar a Dios (He. 11:6), y para que no podamos conquistar Canaán, la incredulidad es tan tremenda que puede impedir que personas sean levantadas sin ver muerte, porque Enoc antes de ser llevado tuvo testimonio de agradar a Dios. Entonces cuando lleguen esos dardos a la mente, debemos pelear y reprender.
PASIONES QUE COMBATEN CONTRA EL ALMA, 1ª P. 2:11: Existen en el campo de batalla pasiones que combaten contra nuestra alma. Pasión: deseo desordenado, sin freno, un anhelo ferviente de algo prohibido. Es decir que en nuestra alma hay anhelos sin límites, desordenados que son pasiones y debemos combatir contra ellas en el nombre de Jesús. Una de las pasiones puede ser el sexo, y este es uno de los enemigos más poderoso porque no tiene edad, puede haber alguien de cualquier edad con pensamientos obscenos y deleitarse con ellos (Judas 5-8), otras pasiones son los vicios, lo mismo puede suceder con la comida cuando se convierte en una pasión, otras de las pasiones con las que podemos llegar a combatir son: Pasiones Viles de deshonra (Ro. 1:26), Desordenadas (Ro. 1:27), Pecaminosas (Ro. 7:5), De la carne (Gá. 5:24), Bajas (Col. 3:5), Insensatas (1 Ti. 6:9), Juveniles (2 Ti. 2:22), Diversas (2 Ti. 3:6), Propias (Jud. 18), Mundanas (Tit. 2:12), Engañosas (Ef. 4:22), etc.
LA LUCHA CONTRA EL PECADO, He. 12:4: La lucha contra el pecado es la que constantemente estamos librando y no dejaremos de hacerlo hasta que seamos transformados, porque aún el apóstol Pablo decía: “quien me librara de este cuerpo de muerte” (Ro. 8:24), porque en esta lucha hay ocasiones en que pecamos y no es lo que deseamos hacer, por eso la lucha es constante para que el pecado no nos alcance.
LUCHA CONTRA PRINCIPADOS, HUESTES, GOBERNADORES, POTESTADES; Ef. 6:12: Esta lucha es espiritual, es del reino de luz contra el reino de las tinieblas, en donde el enemigo ha organizado a sus ejércitos en principados, huestes, gobernadores y potestades, y nosotros peleamos contra alguno de estos grupos de acuerdo a nuestra estatura espiritual, pero debemos hacerlo con la armadura que Dios ha dejado para que obtengamos la victoria (Ef. 6:1317).
CONCLUSIÓN: Las batallas del cristiano son duras y para poder ganarlas es necesario buscar el equilibrio, pedir a Dios que nos dé discernimiento y confiar en que nuestro poder radica en El y que solamente con su ayuda podremos vencer, como dice la escritura, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Fil. 4:13) y que “Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. (Ro. 8:37).
Nosotros a veces nos ponemos a luchar contra Dios cuando queremos estorbar su obra, por eso debemos de ser cuidadosos con lo que estamos haciendo no sea que seamos hallados luchando contra Dios (Hch. 5:39).
Tomado de: http://www.ebenezer.org/.
¡Les Bendigo!
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